La Universidad ¿se vende o se defiende?

El viernes 19 tuvimos la oportunidad de conversar con Pablo Rabasco, profesor de  la facultad de Historia del Arte en la universidad de Córdoba, a cerca de la situación actual y futura de la universidad.

Después de llevar más de una semana conversando, debatiendo y reflexionando sobre la educación y nuestro sistema educativo, en las diferentes etapas de la vida de todo y toda estudiante, nos centramos en esta ocasión en la etapa universitaria.

Una universidad desde la cual, no solo se comparte el análisis crítico de antipedagógica (escasa participación del alumnado, poca motivación por parte del profesorado y sus alumnos, masificación de las aulas, máxima exposición de competitividad entre compañeros, etc.), sino que además habría que añadir el descaro con el que el mundo empresarial se cuela entre sus puertas y se adentra hasta sus aulas.

Lo que nace cómo una intencionalidad de querer unificar a todas las facultades del continente europeo (con la dificultad que ello entraña, pensando nada más que en la pluralidad que ya existe solamente en nuestro país), bajo el nombre de Espacio Europeo de Educación Superior o más sencillamente Plan Bolonia, acaba convirtiéndose en un plan de estudios en el que se puede observar una clara apuesta de ciertas facultades más de corte científico, sobre poniéndose a otras menos rentables del ámbito de las humanidades. Por no hablar de la facilidad con que las empresas pueden usar a sus alumnos para que se pongan a sus servicios, formando parte de estudios científico que repercutirán económicamente de manera positiva en la empresa.

Todo esto provoca un peligroso acercamiento al modelo norteamericano, en el que el estado se desentiende de dar las mismas posibilidades de estudiar a sus jóvenes y son esos mismos jóvenes y sus familiares, los que se ven en la obligación de pedir un crédito hipotecario con el que poder hacer frente a esos estudios universitarios.

A todo esto hay que añadir la situación actual del país en el que existen recortes en el sistema educativo, subida de tasas de las matrículas, reformas al sistema educativo, etc.

Así pues, comienzan a surgir alternativas a la universidad tal y cómo la conocemos. Se crean espacios de conocimiento dónde poder seguir formándonos, además de poder mantener en ellos una actitud crítica ante el modelo de desarrollo que se quiere imponer. Un espacio dónde la educación no sea un agente más que acabe poniéndose al servicio de ese modelo.