Lo sentimos y de campamento nos fuimos.

Vacaciones de verano, 77 adolescentes y un hilo conductor: nuestras emociones. El XX Campamento de Solidaridad de Barbiana fue parecido al resto, pero también muy diferente. “Qué emoción. Lo siento, nos vamos de campamento” fue el primero en la historia de nuestra asociación en centrarse en la educación emocional. Impulsados por la inquietud sobre esta temática que mostraron lxs plataformerxs –jóvenes de 14 a 18 años– al inicio del curso, nos aventuramos a bucear en cómo y qué sentimos, en cómo lo gestionamos y también en cómo lo comunicamos. Sí, fue intenso y sí, hubo sonrisas y lágrimas, pero fue mucho más que eso.

El viernes 28 de junio nos citamos todxs –monitorxs y participantes– frente al antiguo hotel Meliá, donde cada año empieza y termina todo. Salimos una vez más rumbo a la Sierra de Segura de nuestra vecina Jaén, a El Contadero Aventuras. Por delante, 7 días –nunca un campamento de Barbiana había sido tan largo– preparados con mimo por el equipo educativo, este año formado por Mari Paz, Jorge, Cristina L., Portal, Pablo, Isa, James, Adolfo, Antonio, Manolo, Fran, Cristina H., Wendy y Juan. ]

 

Desde que el 5 de octubre del año pasado se propusiera en la asamblea de inicio la educación emocional como uno de los temas del año, trabajamos intensamente en la elaboración de un campamento nuevo y complicado, teniendo siempre claro que no pretendíamos que sirviera de terapia sino para el descubrimiento de las emociones y la puesta en valor de la inteligencia emocional. Desde entonces y hasta que el autobús arrancó rumbo a la sierra tuvimos decenas de reuniones y horas de preparación, trabajo, debate y formación. A despegar nos ayudó especialmente el Colectivo Cala, un referente en este campo de la educación y las emociones.

 

Por fin, el viernes 28 de junio llegamos a nuestro destino, aunque aún quedaba un último paso para llegar de verdad: el túnel de las emociones. El día 1, “Qué viaje de emociones”, sirvió para empezar a conocernos, romper el hielo y adentrarnos, literalmente, en una atmósfera especial y emocional. Lo hicimos con la ayuda de la ludopedagogía, con el juego como “excusa” para hacer cosas que normalmente no hacemos. Por la noche formamos 6 equipos, uno para cada emoción básica –felicidad, tristeza, ira, asco, sorpresa y miedo– y participamos en un particular captura la bandera para irnos cansadas a la cama y habiendo preparado el terreno para el largo campamento.

 

“Qué me pacha” fue el título del segundo día en el que entramos en materia a través del arte, miramos dentro de nosotrxs y exploramos qué sentimos a lo largo de nuestra vida. La adolescencia es un período importante para el desarrollo de nuestra moral y nuestro cerebro, así que después de experimentar en el Laboratorio de las Emociones, por la noche teatralizamos nuestra particular versión de la peli Del Revés, con las escenas, en este caso, de Los Cuatro Cerebros –primitivo, emocional, cognitivo y ético–.

 

El tercer día –“Juégasela al sistema”– comenzó con unos influencers muy en la cúspide. A través de una yincana virtual en Instagram, analizamos nuestros roles y máscaras en diferentes situaciones de la vida, así como nuestro yo real versus nuestro yo virtual. Por la tarde medimos la importancia que le damos a diferentes ámbitos de nuestra vida y el tiempo que tenemos para dedicarle. Cuando cayó el sol llegó La Noche del Terror donde nuestrxs participantes experimentaron el miedo a través de los monstruos generados por el sistema: la joker ludópata, el banquero loco, la pareja posesiva, anabolizaman, el hombre lobby, etc.

 

El lunes, nuestro cuarto día de campamento, nos fuimos al Charco del Aceite de excursión para descubrir “Qué Pachamama”. Además de descansar y (re)descubrir de otras formas la naturaleza el día nos sirvió para conocer a nuevas personas (“Nos queremos las cinco”) y dedicarnos caricias para el resto de campamento.

 

“Tol día ando comunicando” fue nuestro quinto día. Por la mañana tuvimos un Patio de Batalla muy bullicioso, un juego de roles en el que experimentamos diferentes formas fallidas de comunicar para conseguir nuestros objetivos. Por la tarde reflexionamos sobre las herramientas de la comunicación noviolenta con el visionado de un vídeo que grabó el equipo educativo con escenas en las que criticamos, discrepamos, escuchamos e intuimos mu’ malamente –trah trah–. Por la noche realizamos una preciosa y emocionante Velada de las caricias en la que cada grupo le dedicó su arte –teatro, música, poemas…– al profesorado, a la diversidad, a las pequeñas cosas de vida, a la juventud o a ellxs mismxs.

 

El último día de trabajo completo se tituló “La transformación me llena de emoción” y lo dedicamos a descubrir las emociones ligadas a la participación social a través la yincana de juegos cooperativos “En grupo me da más ganas” que terminó con la lectura de un montón de testimonios de personas que participan en nuestro en entorno y cómo eso les ayuda y les afecta emocionalmente. Por la tarde evaluamos individual y conjuntamente el campamento con nuestro TripEMO Advisor y preparamos la última y simbólica velada: “en espiral hacia el centro, al centro del corazón…”. También fue el turno para lxs mayorxs del proyecto que se despidieron con un divertido musical recordando sus greatest hits en su paso por Plataformas de Solidaridad.

 

El jueves 4 de julio nos despedimos con la mente en ebullición por todo lo aprendido y el corazón blandito por todo lo vivido. Abrazos, sonrisas cómplices y notas sinceras que sirven para reforzar unos lazos ya existentes y celebrar otros nuevos creados. Fue un campamento sentido y vivido, una lluvia de experiencias, de emociones y de semillas plantadas que, si se riegan con mimo y se ponen un ratito cada día al sol, brotarán y crecerán. Gracias de todo corazón a todas las personas que lo hicieron posible. Seguimos.